martes, 2 de noviembre de 2010

Eterno Del Piero

Sábado 30 de octubre de 2010, 20:30 horas, estadio Giuseppe Meazza (Milán, Italia). Se miden dos equipos que representan gran parte de la historia del fútbol europeo: AC Milan y Juventus de Turin. Veintinueve títulos internacionales, setenta nacionales, quince balones de oro y un sinfín de momentos memorables y de hitos inolvidables que han engrandecido como pocos el deporte rey se dan cita sobre el césped de San Siro. Al final es la Vecchia Signora quien se lleva el gato al agua y se impone (1-2) a los rossoneri, merced a los goles de Quagliarella y de un jugador que ya es historia viva de este equipo centenario: don Alessandro del Piero. No fue un tanto más para el genio de Treviso. El minuto 65 de ese partido (probablemente el último del legendario delantero en casa del Milan) ya tiene su propia página en los volúmenes de Historia del Fútbol. Era el gol número 179 de Del Piero, el que le convertía en el máximo goleador histórico de la Juventus de Turín. Nadie, en los 112 años de vida del club, había alcanzado esa cifra.
Del Piero y Juventus son, desde hace 17 años, las dos caras de una misma moneda. Uno de los últimos ejemplos que van quedando de fidelidad a un club, el último residuo de romanticismo en un deporte cada vez más viciado por los intereses, las relaciones de poder y el dinero. Alessandro ha estado a las duras y a las maduras con el club turinés desde que a principios de los noventa recalara allí. Lo ha ganado todo (11 títulos nacionales, 4 internacionales), ha jugado más partidos que nadie con la Juve, ha disputado cuatro Eurocopas y tres Mundiales con la selección de Italia (resultando Campeón del Mundo en 2006)… pero también ha pasado por momentos malos. El peor, sin duda, el descenso de su equipo hace cuatro años tras el escándalo del Moggigate. Ni siquiera entonces abandonó el barco. Al contrario de lo que hicieron Cannavaro, Zambrotta, Ibrahimovic o Thuram, Del Piero continuó en el equipo y siguió siendo su estrella también en la segunda división del fútbol italiano. Se dejó la piel por la Vecchia Signora en la durísima Serie B, consiguió el ascenso y volvió a la élite del fútbol mundial disputando de nuevo el torneo de los torneos: la UEFA Champions League, de la que es el octavo máximo goleador de la historia.
El discípulo supera al maestro
Lo que es la vida. Del Piero fichó por la Juventus de Turín en el verano de 1993, con 19 años. La operación se fraguó gracias a las gestiones de otra bandera del club turinés: Giampiero Boniperti, ex-futbolista todoterreno que a finales de los 50 formó una delantera de lujo junto a Omar Sívori y John Charles (el llamado "Trío Mágico"). Boniperti se retiró en 1961 después de haber anotado 178 goles con la elástica blanquinegra. Diez años después se convirtió en presidente de la entidad, cargo que ocupó hasta 1990, logrando grandes éxitos (no en vano esa etapa se conoce como el "Ciclo Legendario" de la Juve). Después abandonó la "oficialidad" y colaboró sólo de manera ocasional y extraordinaria. Una de esas veces, fue para fichar a Del Piero. Pues bien, media centuria después de que Boniperti lograra ese hito de los 178 goles, su registro se ha batido. Y el encargado de sucederle en el trono no podía ser otro que Alessandro del Piero, el futbolista que él trajo de Padua para que triunfara en su Juve. El círculo se ha cerrado.
Con 36 años, el “diez” de la Juventus es ya no sólo uno de los mejores jugadores de su historia, sino también uno de los más emblemáticos y de los más queridos por la parroquia turinesa. Sin embargo, nunca se ha terminado de ser justo con él, nunca se le ha valorado lo suficiente. A menudo se le ha criticado, se le ha cuestionado e incluso se le ha atacado desde ciertos sectores del mundo del fútbol. Suele pasar con los genios. Rara vez se hace justicia con quien de verdad lo merece. Por eso, los "delpieristas" tenemos ahora una ocasión de oro para reivindicar al crack de Treviso. Aunque bien es verdad que don Alessandro nos lo pone muy fácil para defenderle. Por ejemplo, para responder a sus detractores bastaría con decir: “Recordad que hubo un época en la que Del Piero compartió vestuario con Zidane… Y la estrella de ése equipo era Del Piero.” Con eso está todo dicho. Si alguien merecía un homenaje es él. Pocos futbolistas trasladan tan bien y con tanto criterio en el campo la máxima de “rasa y al pie”. ¡Grande, Alessandro!
Por  DAVID MARTÍNEZ GARCÍA.

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