viernes, 29 de octubre de 2010

¿Realidad o ficción?


Aviso a navegantes, voy a hablar del Real Madrid. Pero no de Mourinho, ni de Cristiano Ronaldo, para eso ya tenemos el 90% de la información deportiva que se hace en este país, voy a escribir sobre el otro Real Madrid, el de BA-LON-CES-TO, que diría Pepu Hernández.


La realidad siempre es dura y permite escasos momentos de felicidad, mientras que la ficción nos permite dar rienda suelta a nuestra imaginación y crear nuestra propia versión de la realidad. Todo esto viene porque el pasado año el Real Madrid de Messina vivió en medio de una fascinante ficción durante los primeros cuatro meses de competición, hasta que en la final de la Copa del Rey se topó con la penosa realidad. Un Barcelona muy superior borró del mapa al equipo blanco con un aplastante 80-61. Esta derrota dejó muy tocado al conjunto de Messina, que a principio de temporada llegaba a la capital de España como el ‘Mesías’ que reflotaría a la castigada sección de baloncesto, devolviéndola a la élite. El club más laureado del viejo continente no gana una Copa de Europa desde 1995 y el catanés venía a poner remedio a la sequía.

Las cosas empezaron bien con una derrota muy digna ante el Barcelona en la Supercopa de Europa por 86-82. Todo era normal, un equipo en construcción frente a otro ya hecho, solo había que tener paciencia. Los meses pasaron y el Real Madrid de Messina ilusionaba a sus aficionados, no tanto por el juego como por las constantes victorias. Entonces llegó el torneo copero y la ficción construida durante meses se vino abajo como un castillo de naipes. Un mes después un conjunto de ‘ogros’ vestidos de azulgrana daban el golpe definitivo al primer proyecto de Messina al frente del Real Madrid. Un 3-1 en cuartos de final de la Euroliga que apartaba al equipo blanco de la ansiada Final Four. A partir de ahí, un grupo de jugadores que había perdido la ilusión y probablemente la fe en su técnico se dejó llevar hasta la eliminación en semifinales de la ACB por el Caja Laboral, a la postre campeón del torneo.

Messina, año II.


Dudas, dudas y más dudas. Eso es lo que rodea al segundo proyecto de Messina al frente del Real Madrid. En verano se fichó bien, se podían discutir algunas bajas y la permanencia de algún jugador, pero se habían solucionado los problemas observados el año anterior. Un base que complementara a Prigioni, (Sergio Rodríguez), un ‘tirador’ que sustituyera al insustituible Louis Bullock (Clay Tucker), un alero alto que pudiera competir con Pete Mickeal (Carlos Suárez), un pívot que aportara rebotes, tapones y la intensidad que a menudo le falta a Ante Tomic (D’or Fischer) y una joven promesa de la cantera con todo el futuro por delante (Nikola Mirotic). Si a eso le añadíamos dos jugadores experimentados (Prigioni y Garbajosa), dos ‘guerreros’ (Llull y Reyes), dos ‘cracks’ en ciernes (Velickovic y Tomic) y al injustamente olvidado Vidal, nadie se atrevería a decir que esta plantilla no está hecha para luchar por los títulos.

El problema, que a las primeras de cambio la realidad volvió a poner al Real Madrid en su sitio. Semifinal de la Supercopa, primer duelo Barça-Madrid de la temporada y primera decepción. Vergonzante, humillante, aplastante, inconcebible, impotente, abrumadora, pasmosa, asombrosa, impresionante; los calificativos se acababan para valorar la derrota del equipo blanco por 89-55. El Barcelona seguía a años luz y nada de lo hecho durante el verano había servido para nada. Esa era la conclusión pesimista, la optimista, que esto no había hecho nada más que empezar y que el margen de mejora era enorme. Y en esas está el Real Madrid, líder invicto en la Liga ACB y con el único tropezón ante Olympiakos en Euroliga en el prácticamente inexpugnable pabellón de la Paz y la Amistad. Así Messina y sus pupilos van construyendo una nueva ficción que esperan esta vez dure hasta final de temporada, para que nada ni nadie les obligue a toparse de nuevo con la dura realidad antes de tiempo y solo despertar cuando la deslumbrante luz del éxito les traiga uno de esos pequeños momentos de felicidad que nos puede ofrecer la realidad. Si el despertar se produce antes, el Proyecto Messina estará herido de muerte.

PD: Un día después de escribir esto, el Real Madrid cae ante el colista de la ACB, el Meridiano Alicante por 78-67. Parece que este año el equipo blanco no tiene ni siquiera la capacidad de crear una ficción soportable. Y es que Messina ha acabado con la imaginación de sus jugadores y de los aficionados.
 
PD2: El 3 de Marzo el Real Madrid cae estrepitósamente ante el Siena por 77-95 en el último partido del Top 16 de la Euroliga, sufriendo la primera derrota de la temporada en la cuestionada Caja Mágica. El equipo blanco acaba primero de grupo con un balance de 5-1 y tras cosechar grandes victorias en plazas tan difíciles como Belgrado, Estambul o Siena. Este intrascendente último partido, en el que el equipo no se jugaba nada, desata un terremoto que se venía gestando desde hace tiempo y provoca la dimisión de Ettore Messina, que se marcha del Real Madrid con más pena que gloria tras dilapidar gran parte de su prestigio al frente del equipo más laureado de Europa. Abandona el club tras caer en la final de la Copa del Rey ante el intratable Barcelona y dejando al equipo segundo en la Liga ACB y a un paso de la añorada Final Four. Le sustituye (en principio hasta final de temporada) su ayudante Emanuele Molin, que tendrá que hacer frente a un duro 'playoff' en cuartos de final de la Euroliga ante el Power Electronics Valencia de Svetislav Pesic. Finalmente la dura realidad pudo con Messina, un técnico que intentó cambiar las cosas pero que se marcha por la puerta de atrás de un club tan competitivo y exigente, que al igual que Saturno devora a sus hijos una y otra vez por miedo a que alguien usurpe su trono. El problema es que el Real Madrid de basket abandonó su trono hace ya demasiados años...


 
Por Roberto C. Rascón. @rcrascon

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