La nueva camiseta de la selección, con el flamante escudo que acredita a España como la mejor selección nacional del mundo y la flamante estrella, tiene un estrepitoso debut contra una Portugal que, siguiendo los pasos de Argentina, endosa cuatro goles al combinado rojo.
"Dentro de ti hay una estrella, si lo deseas... brillará". Así exclamaba la letra de una canción de un programa que se hizo popular a finales de los 90. Era "Lluvia de Estrellas". Pues bien, España se conoce que todavía no está al corriente de que porta una gran (no por tamaño) estrella en el pecho. Según la otra opción de la canción, puede ser que el combinado nacional no desea brillar, esta alternativa no la creo muy posible, aunque si pienso que La Roja no aporta toda la intensidad para que esa estrella brille.
El hambre de un equipo campeón del mundo no puede haberse saciado con la consecución de este campeonato, debe continuar, incrementar con el paso de los partidos. La estrella, recién conseguida y que tanto ha costado tenerla en la parte superior del escudo español, hay que defenderla en cada encuentro pues los rivales saldrán a doblegar a la mejor selección del mundo.
El hambre de un equipo campeón del mundo no puede haberse saciado con la consecución de este campeonato, debe continuar, incrementar con el paso de los partidos. La estrella, recién conseguida y que tanto ha costado tenerla en la parte superior del escudo español, hay que defenderla en cada encuentro pues los rivales saldrán a doblegar a la mejor selección del mundo.
Enfrentarse al nuevo campeón mundial es una motivación para cualquier conjunto nacional. El jugador, siempre competitivo y ambicioso, intenta demostrar junto a su equipo que es capaz de vencer a la actual vencedora del mundo. Esto siempre ha sido, es y será así, está implícito en el juego. Por lo tanto estos jugadores, pese a que se permitan seis cambios, no haya puntos en juego y la victoria no conduzca a una Eurocopa ni a un Mundial, intentarán demostrar su superioridad desmarcando de la palabra “partido” el vocablo de “amistoso”.
Ocho goles encajados en dos partidos amistosos es un bagaje demasiado pesado para defender su recién título mundial y el ser proclamada mejor selección nacional del mundo. El orgullo de campeón es un elemento que no está acreditado con un trofeo ni una copa, pero es algo muy valioso, que cuesta mucho conseguirlo (a España le ha costado toda una historia de los mundiales conseguirlo) y que no permite el fácil desprestigio ni, por supuesto, la humillación.
Los grandes campeones, ya no sólo deportivos, viven de triunfos pasados. Y esta frase es sobre todo aplicable al fútbol y más a equipos que tan recientemente han maravillado al planeta futbolístico.
España ha de darse cuenta de que –caigo en el tópico- son el enemigo a batir. Todos los equipos nacionales plantean estos noventa minutos contra la campeona mundial con el objetivo de derrotarla, ni que decir tiene el intentar plantarle cara. Únicamente hay que ver la intensidad que han denotado estas dos selecciones anteriormente mencionadas.
Quizá los jugadores no estén acostumbrados a este nuevo panorama donde no hay partidos amistosos, o puede ser que les asombre como afrontan los partidos sus rivales, no lo sé. Pero este equipo ha demostrado que atesora fútbol como pocos –incluso en estas derrotas el juego desplegado por España, a ratos ha rayado a un altísimo nivel- pero la mordiente necesaria para vencer en los encuentros no ha dado señal de su existencia pasada. La Furia Roja se esconde aletargada como el oso en invierno, y como tal mamífero cuando despierte lo hará con hambre. Esperemos que así sea.
Por Javi P.T.
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