Todos conocemos al Real Madrid, al Barcelona, al Valencia, al Athletic de Bilbao y a una larga lista de nombres de equipos de fútbol de Europa que están en nuestras televisiones, en los periódicos, radios… También conocemos a grandes jugadores: Messi, C. Ronaldo, Llorentes, Raúl, Drogba, Eto´o, etc. Algunos menos seguimos conociendo equipos de segunda división, ciertos jugadores que han pasado por clubes de primera y por un tiempo indefinido militan en segunda.
Ya muchos menos podemos decir nombres de equipos de Segunda B y Tercera, y aún en menor medida jugadores que no nos sean cercanos.
Pero es que todavía por debajo de lo que algunos consideran el fondo del fútbol español quedan más categorías y más clubes de los que pueden sumar todas las divisiones anteriormente citadas.
Se trata del fútbol de aficionado, fútbol amateur, aquél que se intenta tomar cada día más en serio por las partes implicadas, aquél en el que un defensa (o un delantero) no duda en romperte la pierna, la cara o los dientes sin pensar que al día siguiente no se llevara al lesionado a la clínica Sanitas de la Moraleja u otra similar.
Pues bien, en estos clubes donde se exige profesionalidad, compromiso y dedicatoria exclusiva en lo que a actividades físicas se refiere, la recompensa por todo esto son golpes, más golpes y el asesinato del gusanillo que a todo gran aficionado del fútbol le provoca competir y ya no decir la victoria.
Cualquier persona conoce la situación de Mourinho, de Guardiola… y hasta la del que fue entrenador del Toledo Gregorio Manzano. Hasta los niños de diez años metidos dentro del mundo del deporte rey saben los entresijos de directores deportivos y entrenadores y no dudan defender (los más) la parcela del míster. Si el señor Florentino Pérez (no sé decir con certeza si lo ha hecho con anterioridad o no) se atreviera a decir en público o en privado quién tiene que jugar o que esquema tiene que sacar Mourinho las calificaciones de los medios de comunicación lo establecerían como dictador.
Sin embargo en estas categorías abandonadas, donde la gran mayoría de los partidos se juegan en sembrados bastante peores que en los que jugó la campeona del mundo en Lituania (por suerte el césped artificial se va imponiendo), esa intromisión de directivos es bastante habitual, digo directivos porque pertenecen a una junta directiva que generalmente queda cercada a un grupo muy reducido de amigos que se juntan para tomar algunas cervezas mientras arreglan aspectos económicos del club, que también los hay.
Es muy frecuente que estos directivos lleven toda la vida ligados al equipo del pueblo, del barrio o de la asociación, al igual que es muy frecuente que éstos ninguneen a los entrenadores por llevar “toda la vida viendo fútbol” y por eso “aconsejen” a los técnicos que alineación sacar en unos momentos u otros. Sucede que la gran mayoría de estos entrenadores, que no viven del fútbol, pero que disfrutan preparando las sesiones y los partidos, intentan implicarse dentro de la disciplina del club y lo más difícil: ganarse a los jugadores y hacerlos disfrutar. Por desgracia, no muchos consiguen esto último.
La vitalidad de un entrenador joven, con ganas, innovador para la categoría y que sabe de fútbol puede ser borrada del mapa con frases como "mejor saca a Fulanito" o "pon a Menganito en otro lado", dichas por el cacique del club. Pongamos en conocimiento del lector que estas lecciones suelen impartirse cuando la situación está abocada a un descenso o tiene por precedente varias derrotas seguidas. Si el entrenador "aconsejado" tiene orgullo y carácter esto desemboca en una dimisión o una destitución, dejando el club en manos de estos caciques o de un pelele sentado en los banquillos.
Esto, y aunque no lo creamos, perjudica al fútbol en general, puesto que no todos los entrenadores se estrenan en Primera, Segunda, ni Tercera. El fútbol aficionado recoge su importancia dentro del fútbol de primer nivel, pues la multitud de equipos, de jugadores y de entrenadores forman parte del fútbol nacional y hacen que aumente la competencia. Por eso el post de hoy no está dedicado a nombres reconocidos, sino más bien desconocidos. Se trata de denunciar una situación muy repetida en estas divisiones, donde los directivos juegan con las ilusiones de entrenadores y jugadores, puesto que pese a los golpes y más golpes, también existen los sueños de marcar el mejor gol de su carrera, de ayudar a ascender a un equipo o no descenderlo a un pozo aún más profundo del actual.
Por Javi P.T.
Twitter: @PTJavi
Por Javi P.T.
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