En plena vorágine de la Operación Galgo, la tercera operación importante contra el dopaje en menos de 5 años en nuestro país, los deportistas españoles siguen triunfando y cosechando éxitos allá donde compiten. Mientras Marta Dominguéz, la otrora reina del deporte español, cae en desgracía ante su público, el mismo que antes la ensalzó por su garra, su cinta rosa y el no darse nunca por vencida y que ahora la considera una camella, en los Mundiales de Natación en Piscina Corta celebrados en Dubai parece que una de las princesas que rondaban su trono está a punto de encaramarse a él. Se trata de una joven de 20 años de Badalona llamada Mireia Belmonte.
Los éxitos no cesan de llegar, pero se ven empañados por los errores. Unos errores que se presentan en forma de dopaje y que llevan a que fuera de nuestras fronteras cada triunfo del deporte español se mire con lupa y a que nosotros mismos no seamos ni siquiera capaces de poner la mano en el fuego por una y otra figura porque no sabemos sí en realidad se ha dopado o no.
Ante el dopaje "Tolerancia Cero", ese debería ser el eslogan imperante en el deporte español. Un eslogan a favor del cual voces de muchos expertos se alzan y en el que habría que apoyarse para limpiar esto. Una muestra de ello es el articulo escrito por Antonio Alix, experto en ciclismo de Eurosport, que representa mejor que nadie que significa eso de la "Tolerancia Cero"...
Dado que de los galgos de moda ya hay tanta gente hablando y escribiendo (algunos con menos idea de atletismo que yo de física nuclear), yo lo voy a hacer de lo que tan pomposamente en el Consejo Superior de Deportes llaman Tolerancia Cero, ese concepto del que van sacando pecho pero yo equipararía a las multas por mal aparcamiento. Porque una retirada de licencia temporal y con reducción si confiesas no es suficiente, a la vista está.
Mi Tolerancia cero (yo ya llevo años abogando por ella y estos día mucha gente me da la razón) significa que el primer positivo, si es deliberado y con sustancia del mercado negro, signifique sanción para siempre; que ese galgo no pueda volver a competir federado en ningún deporte, ni ser entrenador, representante y que los medios de comunicación no cuenten con él para dar opinión. Que además tenga que devolver el dinero de becas, contratos con marcas y premios de esa temporada (para haber más retroactividad tendría que confesar desde cuando lleva dopándose sin ser pillado, cosa que dudo que alguno hiciese). Y que, dado que esa sustancia la ha conseguido en el mercado negro, que sea considerado delito y que tenga que responder por ello ante la justicia. Y ya entonces que haya una mayor o menor pena si confiesa y colabora; me refiero a pena como la de cualquier otro delincuente, porque la perpetua como deportista federado no debe tener reducción. No quiero decir que a los que están actualmente sancionados o a punto de serlo se les amplíe la sanción (aunque no voy a negar que me gustaría no volver a ver compitiendo a Paquillo Fernández o a José Luis Blanco) sino que se ponga una fecha a partir de la cual los controles positivos tengan esa sanción.
Veremos entonces si hay tanto galgo haciendo trampas. Sí, sí, trampas, no errores, que ya está bien de "pobre chaval, ha cometido un error". Ni pobre ni error, sino rico y ladrón, ya que con su trampa ha ganado un dinero — y una gloria— que han dejado de ganar otros que han quedado tras él sin doparse.
Por Alejandro Salguero Romero.
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