Cuando el pasado 29 de agosto el balón comenzó a rodar sobre el césped del Benito Villamarín una ciudad entera volvía a soñar con su equipo. Atrás quedaban 22 años en el destierro de las categorías inferiores del fútbol español, Segunda B y Tercera, y 35 desde la última vez que el Granada estuvo en Primera, algo que hoy se antoja como un lejano pasado para la mayoría de la afición que ni siquiera había nacido ó quizá no tan lejano.
Mientras el esférico se deslizaba por la fina hierba de Heliópolis bajo el cálido sol de agosto en la ciudad de Sevilla, Granada volvía a sentirse importante en el mundo de fútbol, volvía a estar en los mapas de los aficionados a este deporte de toda España y del extranjero. Pero ¿por cuánto tiempo? El equipo había fichado bien, se había reforzado con varios jugadores que habían jugado el Mundial, con tipos con experiencia en Primera... Sin embargo, ¿sería suficiente para mantenerse en una categoría tan dura y después de tanto tiempo como es la Liga Adelante? Ahora tras 6 meses puede decirse que sí y que incluso el equipo tiene serias opciones de ascender a la Liga BBVA, algo que hace unos años con el club a punto de desaparecer parecía incluso una utopía. Hoy el milagro de este Granada, aparte de jugadores y afición, que parecía que nunca iban a llegar tiene nombre y apellidos Ginno Pozzo.