Chavanel (izda) y Cancellara (dcha) escoltan al victorioso Nick Nuyens en Ninove |
Pocas veces una carrera ciclista podría resumirse con algo que no sea la foto del ganador, brazos en alto sobre los pedales o en el podio. El Tour de Flandes de este pasado domingo deja tres momentos que bien podrían ser los epítomes de la misma.
Uno. La celebración de Bjarne Rijs en el coche del Saxo Bank. El director danés mantuvo a su patrocinador principal, pero vio atónito cómo casi todos sus corredores del año pasado emigraban al Leopard - Trek de los hermanos Schleck. La salida del irremplazable Cancellara la cubrió con el belga Nick Nuyens, inédito en las clásicas de Flandes desde 2008. Y la apuesta, muy arriesgada, le ha salido redonda. Justo en el terreno en el que la escudra danesa perdía más potencial con respecto al bloque de 2010. Las victorias de Nuyens en "A través de Flandes" y, sobre todo, el Tour de Flandes otorgan un enorme crédito al equipo y justifican la trayectoria deportiva del flamenco, que, con su sprint victorioso, ya es historia del ciclismo de su país. De ahí la alegría de Rijs y su equpo.
Dos. El suspiro eterno de Wilfried Peeters. Cuando mejor estaban las cosas para el equipo Quick Step, con Chavanel escapado y ganando terreno al pelotón, Tom Boonen se hizo el hara-kiri deportivo y atacó a la desesperada. Parecía como si el belga y el francés corrieran en equipos distintos. El arreón de Boonen a cuarenta kilómetros del final dinamitó la carrera y lanzó a Cancellara, que le dejó con una facilidad pasmosa en una explosiva subida. Chavanel, una vez alcanzado por el rodador suizo, no pudo más que aguantar la rueda del gran favorito a la victoria, esperando la estocada final que nunca llegó. Los tacos y suspiros del director deportivo del Quick Step reflejaron el caos táctico de su equipo en la parte final de la carrera.
Tres. Cancellara sin fuelle. Conforme sentenció a Boonen y abría un hueco aparentemente insalvable, la carrera parecía encaminada a una nueva exhibición del campeón del mundo contrarreloj. Pero el Tour de Flandes fue demasiado para el motor del suizo. Michel Wuyts, periodista de Sporza, considera que Cancellara, corredor que se mueve por su instinto, pagó el esfuerzo de haber intentado un ataque desde lejos, tal y como le sucediera en 2007. Aún así, los calambres del suizo no le impidieron dar un último arreón a tres kilómetros del final, ataque del que salió el podio final. La ambición del suizo está a la altura de sus condiciones como ciclista, pero a veces hasta los más grandes tienen flaquezas. "Supermán tiene momentos de debilidad", afirmó tras la carrera.
Así las cosas, el Tour de Flandes acaba con la sensación de que Chavanel ha perdido la oportunidad de su vida para ganar un "monumento". Era el más fuerte con Cancellara. Gracias a las cámaras de televisión en los coches de equipo, pudimos ver y escuchar las conversaciones de los directores con sus corredores; una nueva forma de vender este deporte tan apasionante, por muchos Jonathan Vaughters que vayan parando a sus corredores. El debate ayer no era de pinganillos, sino de mentalidades.
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